Roger Waters: Terapia cognitivo-conductual para una nación

Cuando de las llamadas «leyendas», especialmente de aquellas proclamadas por sus contemporáneos en su momento de pleno apogeo se trata, siempre he tenido mis reservas, pues nunca me he creído aquello de que «todo tiempo pasado fue mejor», ya que si de algo se trata esto que llamamos Rock, es de romper con los viejos esquemas, los atavismos y la iconografía de las generaciones pasadas para inventar las propias y hacer de este un lugar mejor.

Romper con los viejos esquemas, los atavismos y la iconografía de las generaciones pasadas, sobre todo cuando pretenden pasar sus mitos a manera de conseja a quienes les siguen, aún cuando las figuras y mensajes ya no corran a la altura de los tiempos.

Así pues, siempre le he dado un espacio preponderante a la música en su momento, no antes ni después, ya que el entregarme al culto de figuras de tiempos pasados no es sino reconocer y admitir cualquier vestigio de autoridad intrínseca, de esa que se admite y se acepta sin cuestionar ni razonar.

Apuntemos pues, como nota aparte, que ese culto devoto de recuerdos prestados no son sino la principal causa de ese sometimiento cultural que vivimos, padecemos y, dicho sea de paso, por eso no podemos tener cosas bonitas, ni mucho menos buen Rock and Roll en una industria propia a la altura del mercado del que somos parte.

Así pues, entidades como The Beatles y el profeta Lennon, Queen (por mucho que insistan en mantener su cadáver en una especie de cámara criogénica) y la diva Mercury, o cualquier banda que se mantenga de recuerdos, no son sino figuras del pasado que, en su tiempo y momento aportaron grandes cosas, más esos tiempos y momentos ya pasaron.

Así pues, si alguna duda tiene de lo que le digo, recordemos el episodio de la muerte de David Bowie, donde el mundo, empeñado en que «perdíamos una leyenda» cuando en realidad vivíamos el principio de esta, se privó de apreciar el más grande acto de escapismo que algún ser viviente haya sido capaz de realizar a los ojos de una gran cantidad de los habitantes de esta tierra. Todo por andar de nenas y jugar a las plañideras.

Somos unos entes propensos si no es que predispuestos al drama.

Así las cosas, cuando se anunció que en este 2016 estaría Roger Waters tocando ante el público mexicano vendrían las acusaciones y prédicas de sus más abyectos creyentes, con la consecuente respuesta e irritación de aquellos que viven del recuerdo de discos hechos antes de que siquiera existieran como óvulos o espermas en los cuerpos de sus padres.

Opiniones divididas, como en todo, sobretodo cuando se hizo oficial su «tocada» en el Zócalo capitalino. Que si es para jodidos, que si es para los que no alcanzaron boletos, que si es el premio para algún sector de la población afín a cierta corriente política, que si el objetivo de estas cosas es acarrear simpatizantes a la pre campaña presidencial de la persona a cargo del territorio anteriormente conocido como Distrito Federal…

¿Chairos?

¡Por todos lados!

Y sí, no es un término que use muy a menudo, pero si algo sé de cierto es que la chaira es bidireccional, es decir, refiriendo a la barra cilíndrica de acero que sirve para afilar cuchillos y otros instrumentos cortantes, esta corre en ambas direcciones.

Al final, Roger Waters logró su cometido, embolsarse un varo, «unir a los pueblos dentro de nuestra nación», ambas cosas o cualquier otra que persiguiera al ponerse al servicio de la empresa telefónica que pagó por traerlo y poner su changarro en el Zócalo con la anuencia del gobierno capitalino.

México es un pueblo herido, tan lastimado que ya no sabe qué le duele ni de qué se queja, pero a todo le buscamos tres pies y no somos capaces de ponernos de acuerdo, tanto que el 2 de Octubre ya se olvidó, la dictadura perfecta se mantiene en el poder y, empeñados en culpar de todo al presidente, permitimos que los verdaderos responsables de la masacre de Ayotzinapa anden libres por las calles.

Roger Waters dejó un mensaje muy claro a nuestros gobernantes, no solo a Peña Nieto, sino también a quien le dio el espacio, pues si bien los mexicanos estamos tan madreados que ya no sabemos si somos weyes o nos hacemos, dejamos en claro que con la motivación adecuada podemos hacer muchas cosas.

Enfrentar a los puercos, a los guardianes del sistema y derribarlos para lograr nuestra voluntad aún cuando, sin darnos cuenta, podamos resultar los principales afectados, pues si bien el excesivo orden dificultó el acceso, al final esto no fue sino una medida preventiva para evitar que nuestras ansias de festejo terminaran aplastando y lesionando a algunos.

¿La música?

La música es, para algunos, un arte, para otros no es sino mera pose, en tanto que, para algunos pocos, la música es una experiencia colectiva que se comparte sin recelos.

Lo único cierto es que la música es terapia, y en el caso de el concierto ofrecido por Roger Waters en el Zócalo, se trató de una especie de terapia cognitivo-conductual para una nación pues, al menos por unos momentos, nos permitió vincular pensamiento y conducta más allá de cualquier credo.

¿El resultado?, eso habremos de medirlo y evaluarlo con el tiempo, pues si bien los ahí presentes aliviaron su descontento por el país en el que vivimos, todos armonizamos en distintas escalas, de manera tal que así como hay buenas historias y anécdotas, el humor se relajó y dejó distintas imágenes en nuestro subconsciente que en su momento saldrán a flote para decir que tipo de mexicanos son los que deambulan por la tierra.

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Un comentario en “Roger Waters: Terapia cognitivo-conductual para una nación

  1. Independientemente del discurso político o de sí somos esclavos del pasado, por cierto opinión que no comparto del todo pero la respeto, la idea de que la música es una terapia es muy cierta. De nada servirá que Waters, Lennon, etc, etc, etc hayan escrito letras que aboguen por un mundo mejor sí el día de mañana volvemos a ser una sociedad que no aprende de los errores.
    La experiencia de ver un show muy bien logrado tanto en lo estético como en lo auditivo no debería ser pasajera, sí muchos creemos ese mensaje de comportarnos en el día a día en pro de una mejor sociedad adoptemos pues ese mensaje y no sólo durante las 2 horas del show.

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