#PostRGGTN Reinventando la experiencia de ser comensal

La vida moderna hace del ser humano, gregario por naturaleza, un ente que en ciertas condiciones precisa de cierto nivel de seguridad al cual, ante la incertidumbre, se ha asignado un nivel de aislamiento, más cuándo el llamado de la naturaleza, gregaria a fin de cuentas, necesita del contacto humano, el que éste pueda darse exige de ciertas condiciones, dependiendo de diversos factores, más la seguridad es, entre todos estos, el factor preponderante que te mueve o te paraliza.

En los últimos dos meses, recorriendo la ciudad por diversos motivos, he encontrado a mis similares humanos buscando un refugio fuera del aislamiento, gregario pero silente, guardando cualquier cantidad de experiencias y emociones por un momento de desahogo que parecería muy lejano, o cercano, dependiendo de la propia seguridad y los riesgos que esté dispuesto a asumir cada individuo.

En mis recorridos, he encontrado cualquier cantidad de lugares y espacios, públicos y privados, abiertos a un público que precisa de un refugio dónde desahogar aquello que no se permite expresar en su zona de seguridad para no alarmar o preocupar a los suyos.

La oferta en cantidad, de lugares y espacios, públicos y privados, tiene una diversidad tal que, hasta el momento, si bien mis lugares y espacios favoritos aún permanecen en espera de abrir sus puertas con toda seguridad para público y personal de servicio, en su diversidad maneja dos extremos bastante distantes, aquellos lugares dónde todo aparenta normal sin mayor cuidado ni precaución, lugares de los que me abstengo a entrar, y aquellos dónde puedo sentirme cómodo, tranquilo, seguro, en una zona de seguridad que, cómo comensal, no sólo me permite relajarme o abstraerme, sino el interactuar con mis semejantes, sea familia, amigos o negocios, con plena certeza, total seguridad, de que esto va a pasar y cada vez falta menos para celebrar todos juntos.

El pasado miércoles 29 de Julio de 2020, luego de cerca de 6 meses sin mayor contacto directo ni novedades, decidí retomar mis reuniones habituales con mi asesor financiero y amigo, Juan Luis Cotarelo, para medir el avance en mis planes rumbo al retiro, aún lejano, y los ajustes necesarios dada la situación actual, además de ponernos al día, de viva voz, en cuanto a cómo transcurren nuestras vidas, así cómo tomarnos un respiro de las dificultades que representa un freno a toda actividad económica.

Buscando optimizar el tiempo, indicándome que la agenda le tendría en rumbos de Parque Delta pasadas las 7 de la Noche, decidí que fuéramos a cenar y tomar unos tragos en dicha plaza, pero en un ambiente más relajado que lo que un café o un bar pudiera ofrecer, algo que nos pareciera familiar, y así fue cómo recordé haber visto alguna publicidad en Facebook respecto a la apertura de Hooters en dicha plaza.

Buscando confirmación, el único testimonio que encontré en redes fue la respuesta del twitter oficial de Parque Delta, así que sin mayor formalidad ni reservación, quedamos en encontrarnos pasadas de las 7 en la plaza para acceder al Hooters que, en apariencia, no existía más que por un par de menciones que encontré semanas atrás en redes sociales.

El acceso a la plaza es restringido a la observación de las normas de salud e higiene imperantes en toda la ciudad de México, es decir, uso de cubrebocas, temperatura corporal aceptable, sin síntomas evidentes de enfermedad en vías respiratorias, aplicación de gel antibacterial y, bueno, ése primer filtro fue superado con facilidad.

El acceso mediante el elevador fue rápido, y al llegar al restaurante, el panorama nos tranquilizó por su contraste con lo desolado que podría parecer el camino a ésta, pues entre las luces y sonidos propios de la actividad humana sentimos que estábamos en territorio seguro.

Lo primero que se nota al llegar al local es la mesa dónde bolsas selladas llegan y salen para entrega a domicilio mediante las diferentes aplicaciones de servicio, para luego escuchar la voz de la hostess de lugar, quien amablemente te invita a pasar y seguir los filtros de seguridad necesarios, no para garantizar tu acceso, sino la certeza de que estás en un espacio libre de riesgos sanitarios.

Todo aparenta normal salvo el detalle del aforo reducido con un límite de 73 comensales al interior, lo cual está garantizado al tener la barra cerrada cómo área de consumo, así cómo la distribución de mesas, la cual obedece a la sanitización de las mismas y a mantener la distancia segura entre comensales, que dicho sea de paso y a criterio personal, no debería exceder grupos de 4 personas, para maximizar espacios sin arriesgarse por la cercanía con alguien más.

La bienvenida es, cómo siempre, una vez cada quien en su lugar, el motivo perfecto para solicitar una bebida con la cuál romper el hielo y esperar a que cada quién decida lo que ordenará del menú, espera que para un servidor es pretexto para pedir unos Tex Mex Nachos.

Es en éste punto dónde, además de las normas básicas se pone de manifiesto la nueva experiencia cómo comensal pues, si hasta ése momento no lo habías notado, todo el personal al interior lleva cubrebocas, careta, y guantes, los cuales notarás cuándo te señalen el menú, al cuál accederás mediante un código QR desde tu teléfono móvil.

Si no sabes qué pedir cómo entrada o aperitivo, el personal tendrá siempre algunas sugerencias de acuerdo a tus preferencias en sabores.

La plática es algo necesario en estos tiempos, especialmente con aquellos fuera de tu entorno doméstico, o tu zona cotidiana de seguridad, pues el escuchar y comunicar es una necesidad básica que, al satisfacerse, funciona cómo terapia y, en algunos casos, cómo catarsis para las emociones contenidas durante el periodo de aislamiento social.

Si la plática se va a prolongar, pues nada cómo un entremés y el clásico son las alitas, tan de moda en estos tiempos pero, con una variedad tal que, el aprovechar las diferentes promociones y combinaciones te permitirán probar diferentes sabores al tiempo que compartes el pan y la sal con los tuyos.

Otro trago porqué no, y si bien el aperitivo perfecto para un servidor fue un Sunbeam, refrescante bebida de la casa de tonos frutales, para acompañar la comida nada cómo una buena cerveza, mientras sigue la charla y el intercambio de opiniones respecto a lo que cada quien desea probar cómo parte de esta incursión al mundo exterior.

Pescado, pollo, res, cerdo, incluso alguna ensalada son opciones, por no decir que el menú infantil tiene lo suyo, más al no tener niños que nos acompañaran, pues queda pendiente para otra ocasión.

Para éste momento, algunas mesas ya se desocuparon, mientras que otras son destinadas a otros grupos de comensales que, a partir de comer y beber, comparten algo más que la cuenta, pues esla experiencia gregaria en un entorno total de seguridad lo que todos agradeceremos al final.

Postres, charla y más bebidas, un ambiente seguro y, así, sin darte cuenta, ya pasaste tres horas de tu vida con la más completa certeza de estar seguro, tranquilo y, sobretodo, sin riesgos que pudieras llevar a casa.

Si bien siempre es posible acceder a otro tipo de lugar y ambiente, si algo me queda claro es el hecho de que siempre que pueda elegir, elegiré aquellos lugares dónde puedo sentirme cómodo, tranquilo, seguro, en una zona de seguridad que, cómo comensal, no sólo me permite relajarme o abstraerme, sino el interactuar con mis semejantes, sea familia, amigos o negocios, con plena certeza, total seguridad, de que esto va a pasar.

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