Armando Palomas tiene frente a sí uno de los retos más interesantes que pudiera plantearse cualquier creativo pues, si bien hay ciertos dones que si se desarrollan adecuadamente se aprende a utilizar a voluntad, lo difícil es dejar escuela, una donde aquellos que atienden deberán comprender que no se trata de replicar el modelo sino de trazar el propio a partir de cierto proceso cognitivo.

Bar Pesadilla es la canción de ese hábito que no es sino el refugio de las almas perdidas, esas que se denominan así porque siempre será mejor extraviarse en brazos de alguna especie de delirio que tratar de encajar en esos espacios donde la doble moral y lo políticamente correcto suelen conducirte a esos actos y escenas de los que tanto reniegas.

Armando Palomas, Bar Pesadilla…