El Muertho de Tijuana es una figura mítica en aquella parte de la frontera, de donde emanan cualquier cantidad de mitos, entre los que se encuentra este talentoso artista conceptual que parecería salido de cualquier pesadilla de algún roquerillo de esos de manita cornuta que se aterra con lo cutre y decadente por su incapacidad de apreciar el arte en sus distintas vertientes, sobretodo aquellas que rebasan su concepto de «nivel».

Lázaro es una invocación a ese espirítu que vive aprisionado debajo de una losa aspiracional sobre la que se lee un epitafio incomprensible que a manera de mantra es repetido cada cierto tiempo por aquellos que esperan que esta sea su puente y salvaguarda para cruzar el abismo de la llamada brecha generacional sin percibir que cada vez que pasan del otro lado no hacen más que perpetuar la espiral de la decadencia.

El Muertho de Tijuana, Lázaro…